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La violencia invisible: el triple aislamiento de la mujer rural frente a la violencia de género
Estudios recientes revelan una realidad preocupante en nuestro medio rural, un entorno que, lejos de ser acogedor para las mujeres, perpetúa la desigualdad de género, los roles sexistas tradicionales y la dominación masculina.
La feminización de la pobreza emerge como uno de los factores más preocupantes en el medio rural, especialmente en municipios de menos de 10.000 habitantes. Los datos de 2024, que muestran 40 víctimas mortales por violencia machista, solo representan la punta del iceberg de una problemática mucho más profunda. Las mujeres rurales enfrentan una batalla diaria contra la dificultad de acceso al mercado laboral, la interrupción temprana de estudios y una escasez de empleo que las afecta especialmente. A esto se suma la falta de implicación masculina en tareas domésticas y las limitadas posibilidades de conciliación.
Cuando el silencio mata
Como señalan diferentes asociaciones de mujeres, la vulnerabilidad de las mujeres rurales se ve agravada por un triple aislamiento. Primero, la reclusión en el ámbito privado, sin acceso real a espacios públicos. Segundo, el aislamiento geográfico que la distancia de recursos y servicios esenciales. Tercero, la percepción de su situación como un problema individual y no estructural, lo que dificulta la identificación de la violencia como un problema social.
La falta de infraestructuras básicas agrava esta situación. La ausencia de servicios de transporte, la carencia de acceso a Internet, los horarios limitados de servicios públicos y la escasa presencia de fuerzas de seguridad configuran un escenario de especial vulnerabilidad.
Los entornos rurales más conservadores añaden capas adicionales de complejidad a través del control social intenso y el miedo al "qué dirán". La pérdida del anonimato, unida a sentimientos de vergüenza y culpa, junto con la desconfianza hacia los recursos existentes, crean un muro de silencio difícil de romper.
La brecha entre realidad y recursos
Un hallazgo significativo es que las campañas actuales de sensibilización no logran conectar con las mujeres rurales. Estas suelen mostrar únicamente violencia en el ámbito de pareja, centrándose en mujeres urbanas de clase media y contextos alejados de la realidad rural. Esta falta de identificación dificulta que las víctimas reconozcan su propia situación.
Los profesionales de atención luchan diariamente contra obstáculos significativos: personal insuficiente, horarios limitados, presencia intermitente de Fuerzas de Seguridad y recursos inadaptados a la realidad rural. Esta situación demanda urgentemente la creación de servicios específicos para menores víctimas, la mejora de ayudas económicas y materiales, y la promoción activa del empleo femenino en zonas rurales.
La justicia también juega un papel crucial. Es necesario agilizar los trámites judiciales de separación y divorcio, pues los procesos prolongados impiden a las mujeres rehacer sus vidas lejos del maltratador. Además, resulta fundamental habilitar más recursos de protección accesibles y efectivos, que no tengan una duración limitada y proporcionen apoyo real a nivel psicológico, social y para el cuidado de menores.
La situación actual exige una respuesta integral que reconozca la especificidad del medio rural, adapte los recursos a las necesidades reales y garantice tanto la protección efectiva como la independencia económica de las mujeres. El acceso a servicios básicos no es un lujo, sino un derecho fundamental que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Propuestas para el cambio
El reciente estudio "Mujeres víctimas de violencia de género en el mundo rural" de FADEMUR y la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género propone un plan integral de actuación con seis ejes fundamentales para combatir esta realidad:
En el ámbito educativo y de sensibilización, resulta crucial incorporar de manera transversal contenidos sobre igualdad y prevención de la violencia en los currículos escolares desde edades tempranas. Las propias mujeres encuestadas señalan las acciones educativas en institutos y las campañas de sensibilización como las herramientas más efectivas en esta lucha.
La atención a las víctimas requiere una profunda restructuración. Se hace necesario aumentar el número de centros especializados, mejorar su distribución geográfica y garantizar la accesibilidad mediante transporte público y servicios de proximidad. El estudio enfatiza la urgencia de agilizar los trámites de divorcio y mejorar la atención en las casas de acogida.
La formación especializada de profesionales emerge como otro pilar fundamental. Desde los servicios sociales hasta las Fuerzas de Seguridad, pasando por operadores jurídicos y administraciones locales, todos los agentes implicados necesitan formación específica adaptada a las particularidades del entorno rural.
La coordinación interinstitucional cobra especial relevancia en el ámbito rural. Se propone la creación de protocolos de colaboración, unidades de apoyo local y mesas de trabajo interdisciplinares. Resulta especialmente significativa la coordinación con el tercer sector y las redes de apoyo informales, que suelen ser los primeros en detectar situaciones de riesgo.
En el ámbito de la investigación, se señala la necesidad de profundizar en el estudio de la violencia ejercida contra mujeres menores de 25 y mayores de 60 años, así como las violencias invisibles que afectan a colectivos especialmente vulnerables como mujeres con diversidad funcional o migrantes en situación irregular.
El compromiso económico se presenta como la base necesaria para implementar todas estas medidas. Se requiere un aumento significativo en las partidas presupuestarias de todas las administraciones para desarrollar políticas públicas específicas contra la violencia de género en territorios rurales.
Este 25 de noviembre, recordamos que la lucha contra la violencia de género en el medio rural requiere medidas específicas que consideren sus particularidades y garanticen una vida digna para las mujeres y sus hijos e hijas. No podemos seguir permitiendo que el código postal determine el nivel de protección y oportunidades de las mujeres en situación de violencia. Las propuestas están sobre la mesa; ahora es el momento de la acción.
Si eres víctima o conoces algún caso de violencia de género, puedes llamar al 016 (teléfono gratuito que no deja rastro en la factura). La violencia no es un problema privado, es una responsabilidad de toda la sociedad.