
Dosier
Prensa digital: información para nuestro tiempo
“Nunca depondremos las armas hasta que la Cámara de los Comunes apruebe una ley que prohíba toda maquinaria que dañe a la comunidad, […] mientras nuestra petición no sea atendida, lucharemos”. Firmado por el General del Ejército de Reparadores, Nedd Ludd.
Con esta misiva se dirigieron a los propietarios y representantes públicos los trabajadores ingleses en el siglo XVIII, usando un posible ficticio personaje para firmarlo: Nedd Ludd. Sin embargo, el ejemplo histórico (repetido mil veces en diferentes tiempos y espacios) nos demuestra claramente que la lucha contra el avance del progreso es una batalla perdida de principio. Como en el caso de estos artesanos fabriles del siglo XVIII que ante la inclusión de maquinaria en los centros de trabajo se opusieron fuertemente, destruyéndola y llegando a serios conflictos con las instituciones y propietarios, en el que perdieron la vida centenares de trabajadores. Los saboteadores eran conocidos como luditas (seguidores o cercanos a Nedd Ludd), quienes, siendo asalariados, vieron su empleo y su modo de vida peligrar por la llegada de la nueva tecnología, decidiéndose entonces por oponerse al progreso y al desarrollo tecno-científico.
El tiempo dictó sentencia: la vida de los trabajadores ha mejorado enormemente desde entonces. De la misma manera y casi por los mismos motivos, la llegada de las tecnologías siempre ha suscitado cierta oposición por el cambio en los modos de vida y de trabajo que traen consigo, sacando a relucir el sesgo conservador que natural e interiormente todos tenemos, aunque diferencialmente desarrollado. La oposición a la nueva tecnología, como vemos, no es nueva. Muchas veces “la tecnología nos atropella”: su desarrollo, crecimiento y complejización avanza en ocasiones a unos niveles más rápidos que nuestra capacidad para adaptarnos a ella y, mucho más importante, a nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios sociales, culturales y demográficos que genera el uso y expansión de las nuevas tecnologías.
Algunas de estas conductas contemporáneas de tipología ludita podemos encontrarlas en aquella tendencia de muchos a oponerse a la adquisición de teléfonos móviles una vez que lograron acostumbrarse al uso del teléfono fijo, o por parte de empresas –y también particulares- que a día de hoy muestran cierto escepticismo a usar las redes sociales como un método y canal de trabajo más. Misma resistencia se ha planteado en el ámbito del periodismo, donde la prensa tradicional se resiste épicamente a su, cada día más, obligado tránsito hacia el mundo digital. Muchos diarios han desaparecido fruto de su numantino gesto, apegados a su contacto con la imprenta y al irresistible encanto que ejerce el papel sobre el lector. Otros tabloides, con más solera y mayor audiencia, aún preservando su formato físico, destinan progresivamente más recursos a las vías digitales de comunicación. Lo que es una evidencia es que en el ámbito de la prensa la aplicación de novedades tecnológicas ha generado una revolución constante en cuanto a nuestra manera de comunicarnos, desde hace ya casi un siglo y medio.
Los motivos de este cambio de paradigma son diversos y numerosos. A la prensa escrita, reina de la comunicación desde la aparición de la imprenta hasta bien entrado el siglo XX, le han ido surgiendo durante este tiempo competidores que han puesto en jaque su hegemonía. Primero fue la radio, que rivalizó con las publicaciones en papel, aportando una mayor celeridad y audiencia masiva de su mensaje. Y para finales del mismo siglo surgió la televisión, cuyo componente audiovisual, su realismo, agilidad y comprensibilidad de su mensaje la convirtió rápidamente, y sin discusión, en el medio de masas por antonomasia. Con el cambio de siglo, la expansión de la conectividad supuso una última puntilla para la prensa escrita. Si bien el público sigue reclamando información impresa, debido a su distinguible profundidad en comparación con el contenido de otros formatos, las plataformas virtuales se están imponiendo en la sociedad. Conforme desciende el número de lectores de prensa en papel, aumenta exponencialmente quienes recurren a la prensa digital.
Comparativamente, este formato ofrece una mayor celeridad que la prensa tradicional, asunto que se convierte en especialmente relevante cuando se comparan tabloides de tirada semanal o mensual, por ejemplo. La inmediatez de nuestra sociología nos hace querer estar informados sobre lo que pasa en el mundo instantáneamente. La prensa digital mantiene su audiencia: el lector de prensa curioso que busca no sólo una narración de lo que ocurre sino un análisis. Además, de quién busca información antes de que las noticias lleguen a los medios generalistas como televisión o radio, donde la producción mucho más estética del material requiere algo más de tiempo en su elaboración, además de un espacio de reflexión mucho más breve para cada asunto.
Un aspecto a tener en cuenta es que la vocación de masas de los medios generalistas inducen a éstos a tratar la información lo más vinculante posible para el mayor número de personas. Esto se debe a la necesidad de generar una audiencia lo más amplia posible, siendo relevantes por su generalidad. Esto provoca que haya noticias, asuntos y temas que escapan de su ámbito de interés. Los medios de ámbito local o comarcal, cercanos al territorio, suelen ser los grandes olvidados en la pugna mediática debido al escaso presupuesto con el que cuentan en comparación con otros medios de audiencias más generales. La preservación de estos medios, de la información cercana al individuo y su tierra, por lo tanto, se asienta en esta reciprocidad entre unos medios territorializados, que encuentren un contenido relevante, y una vía de comunicación válida con su audiencia y, por el lado contrario, una población consciente de la importancia de mantener estos medios, que tenga la voluntad de mantener vivos estos canales de información y que asuma la necesidad de aportar su granito de arena para preservar los medios de comunicación que les son propios.
Estamos convencidos de que el Nordeste de Segovia como comarca está comprometido con la existencia de un periódico en su tierra, como demuestran sus actuales casi 1.000 suscriptores (lo que significa que prácticamente el 10% de la población está suscrita a nuestro periódico). Pero entendemos, que en líneas generales, en nuestro país el lector de prensa en papel es un sujeto minoritario y paulatinamente en desaparición. En España, según datos que ofrece el Estudio General de Medios, en los últimos diez años los lectores de prensa en papel se han reducido un 61%.
Por el contrario, nuestros lectores demuestran mayor fidelidad a nuestro periódico, pero es cierto que detectamos que no hay relevo generacional en el perfil de los suscriptores. Esto nos preocupa sobremanera, ¿serán los lectores actuales los últimos que leerán este medio? Queremos garantizar que El Nordeste de Segovia siga contando y acompañando al desarrollo de su comarca. Para ello es inevitable cambiar y crecer conforme a los ritmos de nuestra sociedad y ofrecer una calidad y modernidad en línea con el desarrollo tecnológico. Sería más cómodo seguir haciendo lo que hacemos, pero nuestra vocación es llegar a cada hogar del Nordeste y contar sus noticias y seguir haciéndolo para vuestros hijos y vuestros nietos.
Sabemos de la reacción negativa que en algunos pocos podrá suscitar el cambio. Pero tenemos contemplada en nuestra hoja de ruta diferentes acciones para disolver las dudas. En esta aventura no contemplamos dejar a nadie atrás. Por ello, para quien quiera seguir embarcado con nosotros en esta aventura, que empezó hace casi tres décadas, pondremos cuantos recursos sean necesarios. “Ayer” dejaron a un buen número de pueblos sin reparto de pan, hace algo más disminuyeron la atención sanitaria en los municipios. En CODINSE se trabaja en ello. De igual forma, que desde CODINSE, como entidad que edita el periódico, pondremos todo el esfuerzo que se requiera para cumplir nuestra determinación de no dejar a nuestra comarca sin periódico.
