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Un año más intenso y con mayor concentración de garrapatas
Con la llegada del buen tiempo y el progresivo aumento de las temperaturas, los especialistas alertan sobre un fenómeno que, aunque recurrente cada año, podría manifestarse con mayor virulencia en esta ocasión: el incremento de la actividad de las garrapatas en espacios naturales.
"Es probable que a finales de primavera asistamos a una explosión de actividad en estos parásitos. No necesariamente porque haya más ejemplares, sino porque se concentrarán en un intervalo temporal más reducido", señala Jorge Galván, director general de ANECPLA (Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental).
A pesar de que habitualmente estos parásitos comienzan a detectarse entre marzo y abril, su presencia ha sido hasta ahora testimonial en numerosas zonas del país. Sin embargo, esta situación podría cambiar drásticamente. "En mayo y junio podríamos ver un repunte especialmente intenso, coincidiendo con su pico biológico habitual, pero más pronunciado de lo normal", advierte Galván.
Las lluvias retrasan su aparición, pero potencian su virulencia
Las precipitaciones registradas durante los últimos meses están condicionando el ciclo vital de estos ácaros hematófagos, aunque con efectos diferentes según la región. "En especies mediterráneas como Hyalomma, las lluvias han demorado su eclosión, pero podrían desencadenar un aumento masivo de ejemplares en cuanto cesen las lluvias y las temperaturas superen ciertos umbrales", apunta el experto.
Mientras en zonas del norte las precipitaciones prolongadas podrían extender su presencia hasta bien entrado el verano, en áreas más cálidas se prevé una eclosión breve pero intensa.
Un problema de salud pública en aumento
No se trata de una simple molestia estacional. Las garrapatas están vinculadas a la transmisión de enfermedades infecciosas que, en algunos casos, pueden revestir gravedad. Las hospitalizaciones por mordedura de garrapata se han triplicado en los últimos quince años en España, y al menos una muerte anual está relacionada con estas picaduras, según datos sanitarios.
Desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recuerdan que algunos de estos artrópodos portan patógenos capaces de provocar enfermedades como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, la fiebre exantemática mediterránea o la enfermedad de Lyme.
Cómo actuar ante una picadura
La rapidez es fundamental. Si se detecta una garrapata adherida a la piel, lo recomendable es acudir a un centro sanitario para su extracción profesional. De no ser posible, debe retirarse con pinzas finas, agarrando la base del cuerpo, sin girar ni aplicar calor.
Después, es importante desinfectar la zona y vigilar la aparición de síntomas como fiebre, erupciones, fatiga o malestar general, que podrían indicar una infección. En ese caso, se debe buscar atención médica inmediata mencionando el antecedente de picadura.
"El verdadero peligro reside en la capacidad de transmisión de patógenos específicos. El riesgo se reduce drásticamente si se detecta a tiempo y se retira antes de 24 horas", recalca Galván.
Prevención: la mejor estrategia
La AEMPS ha publicado una serie de recomendaciones para minimizar el riesgo durante salidas al campo:
- Vestir ropa clara que facilite la localización de las garrapatas
- Usar mangas largas, pantalones cerrados y calzado alto con calcetines
- Aplicar repelentes autorizados, especialmente en tobillos, cintura y cuello
- Evitar sentarse directamente sobre el suelo o en zonas con vegetación alta
- Caminar siempre por el centro de los senderos
Al regresar a casa, se aconseja realizar una revisión exhaustiva del cuerpo, prestando especial atención a zonas cálidas y húmedas como axilas, ingles y detrás de las orejas. También es importante revisar el pelaje de las mascotas, ya que pueden transportar estos parásitos al hogar.
Una detección precoz puede marcar la diferencia entre un simple contratiempo y un problema de salud grave.
