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Aunque los mayores cada vez tienen mejor salud y mayor esperanza de vida, los problemas pueden surgir a medida que su salud se va deteriorando y ya no pueden estar solos. FOTO: DANIE FRANCO / UNSPLASH.
Aunque los mayores cada vez tienen mejor salud y mayor esperanza de vida, los problemas pueden surgir a medida que su salud se va deteriorando y ya no pueden estar solos. FOTO: DANIE FRANCO / UNSPLASH.

Actualidad

El abuelo golondrina

Cada vez la esperanza de vida es más alta, y nuestros mayores llegan a edades avanzadas en mejor estado de salud, pero cuando ésta falla hay que tomar decisiones.

Es evidente que, gracias sobre todo a la medicina, la esperanza de vida es cada vez más alta en España. En estos momentos, según estudios, puede estar en torno a los 84 años. Pero hay gente que muere muy joven, lo que quiere decir que también hay personas que viven muchos más años. Entre nosotros vive mucho nonagenario, y muchos que sobrepasan el centenar. Qué bien. Ojalá nosotros lleguemos también, piensan muchas personas. También es evidente que muchos llegan a esa edad muy bien, tanto con salud física como mental.
Aunque la merma que provoca la edad es también evidente y, muchos de ellos, aunque están bien, no pueden permanecer solos: riesgo de caídas, peligro en la cocina o con aparatos eléctricos o de gas, no poder avisar si pasa algo, etc. Muchas situaciones que cada uno se plantea cuando llega el momento.
Las soluciones son también variopintas. Es evidente, también, que a la mayoría nos gusta quedarnos en casa lo máximo posible. Como en casa en ningún sitio, solemos decir. Y es que en casa nos encontramos a gusto, en nuestro ambiente, en donde hemos vivido siempre, donde nos majeamos mejor, y donde somos felices, si es que podemos hablar de felicidad.
Pero cuando llegan ciertas situaciones, hay que tomar una decisión. ¿Que siga como está? ¿Ayuda a domicilio? ¿Alguien interno? ¿Vivir con un hijo/a? ¿Una residencia? ¿Rotación con los hijos?
Cada decisión tiene sus consecuencias. Ninguna solución es perfecta y todas tienen sus cosas positivas y negativas. Nuestra opción, en este artículo, es fijarnos en aquellos que deciden por la rotación con los hijos. Son los llamados abuelos golondrina, es decir, aquellos que van rotando de casa en casa de varios familiares, generalmente hijos e hijas, cada mes, cada dos meses o cuando pacten los interesados.
La gran ventaja de esta situación es que no hay un desarraigo familiar. La persona mayor está siempre con su familia, con los que conoce, con su gente. Se supone que es donde uno es querido, aunque luego habría que ver cada caso, porque concurren varias circunstancias.
Pero esta opción también tiene algunas desventajas.
En primer lugar, la persona mayor se desubica. El estar un mes en cada sitio hace que las cosas estén puestas en diferentes lugares, las dependencias del domicilio son distintas en cada hogar y puede llegar a equivocarse y tener sensación de no saber dónde está.
También puede haber un problema con los tratamientos sanitarios. Cambio de médico, distintas formas de dar la medicación, cambio de horarios, …
La persona de referencia no es siempre la misma, cambia de forma rotaria, al igual que los cambios de hogar.
Las circunstancias de cada familia son distintas. Unas casas más grandes, otras casas más pequeñas, unos más hijos, otros menos. Lo que quiere decir que en algunas casas se dispone de habitación propia para la persona que se cuida, en otras casas hay que compartir o alguien debe salirse de su habitación para que entre la persona a cuidar, con los inconvenientes que ello puede suponer y, sobre todo, con la impresión de la persona a cuidar de que molesta y es un estorbo.
También puede ser probable que no se desestabilice sólo al mayor, sino que puede llegar a desestabilizarse la propia familia. Y es que es muy común que surjan diferencias y conflictos entre hermanos a la hora de establecer los turnos, los diferentes horarios de trabajo, diferentes costumbres, rutinas y hábitos. Incluso puede haber conflictos y desacuerdos con la propia pareja.
En fin, son desventajas que también pueden llegar a solventarse. Es verdad que si todos ponen de su parte todos estos problemas que existen son superables y seguro que la persona mayor se encuentra en casa de sus hijos como en su propia casa.

Lo que sí es cierto es que cada uno debe mirar sus propias circunstancias, tanto sociales, como económicas y familiares, para tratar de tomar la mejor decisión con respecto a la persona mayor y al resto de la familia.