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El hermoso zumbido: los insectos, guardianes silenciosos de nuestro mundo

Representan dos tercios de todas las especies animales conocidas, son los grandes recicladores del planeta y hacen posible que las plantas se reproduzcan. Sin embargo, los insectos enfrentan una crisis sin precedentes que amenaza el equilibrio de nuestros ecosistemas y nuestra propia supervivencia.

Los insectos constituyen el grupo zoológico más numeroso del planeta. De los aproximadamente 1,5 millones de especies animales que el ser humano ha descrito, dos tercios son insectos. A pesar de su mala reputación, estos pequeños seres son tan bellos como imprescindibles para mantener la vida en la Tierra.

Los Arquitectos Invisibles de la Vida

Más allá de su función estética o como inspiración para nuevas tecnologías, los insectos desempeñan roles fundamentales en nuestros ecosistemas. Sirven de alimento a aves, murciélagos, lagartos, anfibios, peces y muchas comunidades humanas. Son importantes agentes biológicos para el control de plagas, reciclan todo tipo de materia orgánica —desde cadáveres hasta hojas y troncos—, mantienen la buena salud del suelo y resultan imprescindibles para la reproducción de las plantas.

La cifra es contundente: la mayoría de las plantas silvestres y tres cuartas partes de las cultivadas dependen de numerosos insectos para ser polinizadas y dar fruto. Sin ellos, nuestro mundo simplemente se detendría.

Una Relación Bipolar y Destructiva

El odio visceral que generan en muchas personas hace que nuestra relación con los insectos sea contradictoria: los necesitamos para seguir viviendo, pero los exterminamos directa e indirectamente. El avance de la agricultura intensiva cargada de pesticidas, la eliminación de setos y lindes, la conversión de praderas en cultivos y la deforestación tropical, sumados al cambio climático, están disminuyendo la diversidad de insectos a un ritmo alarmante.

Los datos son reveladores: cualquier persona mayor de 30 años recordará cómo hace décadas era necesario limpiar concienzudamente el parabrisas tras un viaje en coche para eliminar los cientos de insectos que chocaban contra el vehículo. Hoy, esa cantidad es palpablemente menor.

Los estudios lo confirman: en Reino Unido las poblaciones de mariposas han caído alrededor del 50% desde 1976; la biomasa de insectos voladores en las reservas naturales de Alemania cayó un 76% entre 1989 y 2016, y en Norteamérica, el número de mariposas monarca ha bajado un 80% desde la década de 1990.

El Precio de la Extinción Silenciosa

Esta extinción masiva no genera tanta empatía como la de águilas, osos o linces, pero su desaparición nos afecta profundamente. Un ejemplo claro lo encontramos en la apicultura: hace décadas, miles de especies de polinizadores realizaban gratuitamente la labor de polinización. Ahora, los apicultores deben trasladar colmenas y cobrar por un servicio que antes obteníamos sin hacer nada.

Este sistema no solo aumenta los costes económicos, sino que las abejas transportan parásitos y enfermedades de una plantación a otra, extendiendo problemas que antes quedaban localizados.

Soluciones al Alcance de Todos

Afortunadamente, los insectos necesitan muy poco para sobrevivir. Facilitar espacios donde puedan subsistir en áreas dominadas por infraestructuras o monocultivos es una estrategia efectiva. Mantener linderos más anchos entre campos cultivados y permitir el desarrollo de plantas autóctonas da oportunidades de supervivencia a muchas especies que, además, actuarán controlando las plagas de los propios cultivos.

Los balcones y jardines de pueblos y ciudades también pueden servir de refugio, pero es fundamental plantar especies autóctonas. Una investigación reciente en los jardines del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid reveló que esa pequeña isla verde, situada en medio de kilómetros de asfalto, da cobijo a más de 70 especies de abejas autóctonas.

Esto es posible porque el jardín no utiliza especies exóticas como los plumeros argentinos, sino que se basa en plantas autóctonas como santolina, tomillo, lavanda, jaras o ruscos.

Conectando espacios, conectando vida

Da igual que tengas una finca enorme, un jardín mediano o varias macetas en un balcón: lo importante es elegir plantas propias de nuestro entorno y conectar con los vecinos, dando oportunidad a que los insectos se reproduzcan. De esta manera, no solo facilitaremos su cuidado, sino que estaremos colaborando en la conectividad entre espacios naturales en buen estado.

Cuando la presencia de insectos nos resulte incómoda, es mejor recurrir a medidas mecánicas o preventivas: eliminar fuentes de agua estancada, aplicar repelentes, poner trampas y fomentar especies que eviten plagas, en lugar de utilizar insecticidas.

En lugar de entrar en pánico cuando escuchemos su zumbido, recordemos que hacen posible que el suelo se regenere y las plantas continúen dándonos de comer. Como en un coche que puede funcionar sin parabrisas pero no sin ruedas, los ecosistemas pueden perder algunas especies, pero dejarán de funcionar si continuamos mermando la presencia de insectos a través del uso de pesticidas.

El hermoso zumbido de los insectos no es solo música para nuestros oídos: es la sinfonía de la vida en la Tierra.