La opinión de nuestros lectores
Espejismo veraniego
Artículo de Jesús López Ramos, vecino de Valdevarnés
El verano en los pueblos del Nordeste es un sin fin de niños correteando por las calles, montando en bicicleta y también de adolescentes acurrucados ante la pantalla del teléfono móvil pero en grupo, dirigiéndose la palabra entre ellos sólo de forma esporádica. Son noches largas en las que las gentes apuran las altas horas para charlar, dejarse llevar por los vapores etílicos y degustar en la mesa cualquier alimento que merezca ser llevado a la boca. Son los bares de las asociaciones o de las peñas que habitualmente se hallan cerrados, pero que en verano recuperan vida como si fueran negocios en el sumun de la rentabilidad. Son días en que las carreteras se saturan de coches, en las que algunas más que carreteras locales parecen autovías.
Muchos residentes habituales de la comarca ansían que pasen estos días atípicos; pero otros gozan al detectar que durante una temporada parece como si recuperaran la vitalidad que antaño poseyeron estos pequeños asentamiento humanos que continúan inexorablemente abocados a la despoblación.
Ha sido un tiempo en el que los propietarios de segundas residencias, que es el turismo por excelencia de nuestra comarca, han permanecido más tiempo en los pueblos. Los hijos y nietos de estos propietarios han aprovechado más esta forma de hacer turismo. Indagando en las razones de este fenómeno encontramos varias que lo explicitan. Por un lado, el turismo de hotel se ha encarecido en exceso y los presupuestos familiares no dan para tales dispendios. Por otro lado, el veraneo en el pueblo es saludable, sin tensiones, con libertad, rodeados de naturaleza, con una estética urbana rompedora de la habitual en las ciudades. Los niños y adolescentes encuentran en el pueblo un espacio donde interactuar con sus semejantes con autonomía, donde el juego se convierte en un placer que generan ellos mismos, sin las directrices que habitualmente proyectan los mayores.
La tendencia es que esta forma de vacacionar se irá consolidando y agrandando cada año un poco más. Es el sino de los tiempos que nos están tocando vivir.
Los residentes habituales lo que añoramos es la repoblación de nuestros pueblos. Es decir, que los hijos y nietos de los que emigraron y los que descubran el pueblo como un espacio donde proyectar su vida decidan asentarse en los pueblos del Nordeste. Es decir, que no sólo sea un espejismo de verano la repoblación temporal del territorio.
Y para ello, necesitamos una población acogedora, que ampare a los nuevos vecinos; pero también es necesario que los nuevos pobladores sepan que hace falta respeto a la cultura local, a la idiosincrasia que el mundo rural ha generado al cabo de muchos años. Sólo así estaremos generando futuro para nuevos y viejos pobladores de esta nuestra comarca.