Reportajes
La rehabilitación energética: el gran reto de las casas tradicionales de nuestros pueblos
María y Fran viven en una casa tradicional de piedra en un pueblo del nordeste de Segovia. Su vivienda, construida en los años 50 y rehabilitada parcialmente en los 90, tiene una calificación energética F, la segunda más "ineficiente" dentro de la escala.
Ahora, tras una inspección técnica, les han notificado que tienen que arreglar la fachada de piedra, que presenta problemas de humedades y deterioro en las juntas, y María lo ve como una oportunidad para hacer una rehabilitación integral que mejore la eficiencia energética de la casa y, con ello, ayude a reducir su consumo de luz y gasóleo en un futuro.
"Tenemos dos opciones de reforma: una básica de rejuntado de piedra y otra que sí mejora la eficiencia", explica. Entre ellas hay una diferencia de precio considerable: la opción básica costaría 26.000 euros, mientras que la obra integral con aislamiento térmico, que incluiría un sistema SATE compatible con la estética tradicional del pueblo y un revestimiento para evitar perder calor en invierno y frío en verano, superaría los 85.000 euros. También contemplan una alternativa intermedia de 45.000 euros.
"Vamos a intentar optar por la obra de mejora de eficiencia energética porque a la larga nos ayudará a que la casa mantenga mejor el calor en invierno y el frío en verano, y no tendremos que gastar tanto en calefacción", argumenta María. En estas zonas rurales de Segovia, donde los inviernos son especialmente duros, el ahorro energético es crucial.
Cambiar ventanas y mejorar el aislamiento para combatir el frío
Mientras tanto, ya han tomado algunas medidas en su casa. "El invierno pasado cambiamos las ventanas por unas de doble acristalamiento con rotura de puente térmico, que son más aislantes, y notamos una gran diferencia en el mantenimiento del calor", cuenta.
El año pasado limitaron el uso de la calefacción de gasóleo, que es el sistema más común en la zona al no disponer de gas natural, y complementaron con una estufa de pellets y mantas tradicionales. Suelen pagar unos 100 euros mensuales de luz y el depósito de gasóleo les dura aproximadamente cinco meses en invierno, con un coste de unos 800 euros. "Este invierno gastaremos más porque acabamos de ser padres y necesitamos mantener la casa más caliente", matiza María.
La realidad de las casas antiguas en los pueblos
Ana y su pareja viven en otra casa tradicional del mismo pueblo, construida en los años 40 y sin reformas significativas desde entonces. "La casa es muy antigua y necesita muchas mejoras. Los muros de piedra son gruesos pero tienen muchas pérdidas de calor por las juntas, y el tejado necesita una reforma integral", explica Ana.
En su caso, han solicitado presupuestos para una reforma completa que incluiría el arreglo del tejado, aislamiento térmico y renovación de instalaciones. "Nos han presupuestado cerca de 90.000 euros, algo que no podemos asumir ahora mismo", cuenta Ana. Por eso, están estudiando las ayudas disponibles tanto del programa PREE como de la Junta de Castilla y León para rehabilitación de viviendas rurales.
Las principales ayudas disponibles para casos como el de Ana incluyen:
- El Programa PREE del IDAE, que puede cubrir entre el 20% y el 50% de los costes para edificios residenciales, especialmente si se mejora la calificación energética en dos letras.
- Ayudas del Ministerio de Transportes hasta 2026, que cubren el 40% del coste (máximo 3.000 euros) si se reduce al menos un 7% la demanda de calefacción/refrigeración o un 30% el consumo energético.
- Deducciones en el IRPF por mejoras de eficiencia energética, que requieren certificados energéticos antes y después de las obras.
- Bonificaciones locales en el IBI e ICIO para obras que mejoren la eficiencia energética.
Esta información complementa la situación descrita y ofrece alternativas concretas de financiación para los vecinos que, como Ana y María, buscan mejorar la eficiencia energética de sus viviendas tradicionales.
La mitad de viviendas, sin eficiencia energética
Los edificios construidos en los pueblos de Segovia antes de 1981 se pueden considerar "sin eficiencia energética o casi nula", según los expertos. Esto afecta especialmente a las zonas rurales, donde la mayoría de las casas son anteriores a esa fecha y fueron construidas con técnicas tradicionales que, aunque tienen sus ventajas en cuanto a inercia térmica, necesitan adaptarse a los estándares actuales de eficiencia energética.
"Las casas tradicionales de piedra tienen sus ventajas, como su gran inercia térmica que ayuda a mantener temperaturas estables, pero necesitan actualizarse para cumplir con los requisitos de eficiencia actuales", explica Roberto Barrella, investigador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas. "En zonas rurales como el nordeste de Segovia, donde los inviernos son especialmente duros, la rehabilitación energética es fundamental para garantizar el confort y reducir los gastos en calefacción".
El problema se agrava en los pueblos por varios factores:
- La antigüedad de las construcciones
- La falta de acceso a ciertos suministros como el gas natural
- Los inviernos más severos que en las ciudades
- La despoblación, que dificulta encontrar profesionales cualificados para realizar las reformas o conseguir economías de escala en las rehabilitaciones