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La comarca nordeste, un ejemplo de solidaridad en el Día Internacional del Voluntariado
En este 5 de diciembre, Día Internacional del Voluntariado, no podríamos encontrar mejor ejemplo del espíritu altruista que el demostrado por nuestros vecinos tras la DANA valenciana. Un día que Naciones Unidas estableció en 1985 para reconocer la labor de quienes dedican su tiempo a ayudar a los demás, y que en nuestra comarca cobra especial significado al cumplirse justo un mes de una de las mayores movilizaciones solidarias que recordamos.
"Aquello parece una guerra". Las palabras de nuestro vecino Javier Gamazo, guardia civil y coordinador de Protección Civil de Riaza, resuenan mientras nos cuenta lo que han visto sus ojos en Valencia. Como él, decenas de voluntarios de nuestra comarca han demostrado, una vez más, que la solidaridad no entiende de kilómetros ni de geografías.
Hace justo un mes que la DANA golpeó con dureza la costa valenciana, y desde el primer momento, nuestros pueblos respondieron como solo ellos saben hacerlo: unidos y sin dudarlo.
Javier no dudó ni un segundo cuando escuchó el llamamiento de la alcaldesa de Moncada. Junto a su compañero de fatigas, Juan Manuel Del Cura, y otros voluntarios madrileños, cargó la autocaravana y puso rumbo a Paiporta. Lo que encontraron allí supera cualquier imagen televisiva: el color marrón cubre algunos pueblos valencianos, con calles y vías bloqueadas por el lodo entre los que Javier se arremanga para descubrir lo que hace menos de una semana parecía intocable.
Pero nuestros voluntarios no se amilanaron. Con las mangas remangadas y el espíritu que caracteriza a la gente de nuestra tierra, se pusieron manos a la obra. "En momentos como este, se demuestra que la distancia no es un obstáculo para tender la mano a quien lo necesita", nos cuentan desde la organización. Y vaya si lo han demostrado.
Los vecinos de nuestros pueblos han respondido de forma abrumadora a la llamada de socorro. Agua, alimentos no perecederos, productos de higiene... Los puntos de recogida se conviertieron en verdaderos centros neurálgicos de esperanza.
Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas. Carmen, una de nuestras voluntarias sobre el terreno y enfermera en activo en la comarca, nos transmite su frustración: "Sigue sin haber organización. Es verdad que esta segunda vez había mucho militar y UME, ha habido un avance, pero esperaba más... esto es lento y queda mucho por hacer". Sus palabras reflejan la cruda realidad: sótanos aún inundados, garajes inaccesibles, tuberías atascadas y, lo más doloroso, donaciones que se pierden por falta de coordinación.
Pero si algo caracteriza a la gente del Nordeste segoviano es su perseverancia. A pesar de las dificultades, nuestros voluntarios siguen yendo y viniendo, cargados de ayuda y esperanza. Porque así somos en esta tierra: cuando alguien sufre, todos sufrimos; cuando alguien necesita ayuda, todos ayudamos.
Esta historia de solidaridad, escrita por nuestros vecinos, nos recuerda que en los pueblos más pequeños a menudo laten los corazones más grandes. Y mientras Valencia sigue luchando por recuperarse, puede estar segura de una cosa: aquí, en el Nordeste de Segovia, tiene una familia que no la va a dejar sola.
En este Día Internacional del Voluntariado, nuestros vecinos demuestran que el verdadero espíritu del voluntariado no necesita de fechas señaladas: está presente cada día, en cada gesto, en cada mano tendida al que lo necesita.