Desarrollo rural
Cinco años desde el 31 de marzo de 2019
Estuve presente, como muchas de las personas que leerán esta tribuna. Saludé a muchos amigos y conocí a otros que hoy ya lo son. Llovía y hacía un tiempo desapacible, pero había euforia entre gentes venidas de toda España. Soria y Teruel, provincias activísimas contra su (y la) despoblación estaban muy bien representadas, como muestra este artículo que les enlazo (pincha aquí) y que les recomiendo leer para tener una magnífica crónica de la gran manifestación, en tiempo continuo, hasta que se dio por terminada la misma.
Desde entonces, muchos protagonistas de aquella jornada habrán constatado que todo lo que ha sucedido en su entorno ha traído causa de su propio esfuerzo y que muchas condiciones que vienen determinando la despoblación siguen actuando para profundizarla, a pesar de sus esfuerzos. Sigue aumentando, por dar un indicador de enorme simbolismo, el número de municipios de menos de 100 habitantes, y no precisamente por la creación de núcleos de la nada que irían cobrando cada vez más población, sino por caída en cascada del número de municipios que años antes tenían algo más de esa cifra de población.
El aumento de población en los ámbitos rurales que se observó durante la Covid-19 se ha desvanecido en buena medida, lo que no debería sorprendernos, pues consistió en un uso más intensivo de las numerosas viviendas secundarias que existen en los pueblos. Porque la escasez de vivienda para los nuevos pobladores sigue siendo uno de los problemas sin resolver, actuando a la vez como cuello de botella de las posibilidades de asentar nuevos pobladores que encuentran oportunidades de empleo en pequeños núcleos rurales. Oportunidades que sí se pueden constatar aquí y allí de la mano de pequeñas iniciativas empresariales o para trabajadores temporeros agrícolas.
Celebremos el 31 de marzo de 2019. Por supuesto, en lo que tiene de reivindicativo permanente, pues no se puede decir que las políticas para la repoblación hayan marcado ninguna diferencia y no conviene bajar la guardia. Ya comentábamos en tribunas anteriores acerca de las bonificaciones para el empleo en las provincias de Cuenca, Soria y Teruel: una buena noticia fracasada (hoy ya lo sabemos) por su pobrísima ambición. De forma que ahora somos mucho más conscientes de cómo no hay que hacer las cosas para no perder el tiempo ni los recursos.
Celebremos, sobre todo, el 31 de marzo de 2019 como auto-reconocimiento de nuestra capacidad de actuar. Mejor dicho, de seguir actuando, plantando cara al reto demográfico rural. Como homenaje a los y las pioneras de esta lucha desigual contra circunstancias muy adversas, porque la vida cotidiana en los territorios despoblados sea cada vez más fácil y plena para todos sus habitantes.
Porque las oportunidades laborales que hay en estos territorios emerjan sin impedimentos residenciales, de movilidad, de capacitación o de servicios esenciales para cerrar el círculo de necesidades de los trabajadores y sus familias que en un entorno más poblado se dan habitualmente.
Una vida plena en el mundo rural atrae a muchas personas, lo que sería, sin más, un potente factor de repoblación si aquellas condiciones que normalmente se dan, de la mano de los servicios comunitarios y públicos, en el ámbito urbano, se diesen también en los territorios despoblados. La iniciativa personal y comunitaria hace mucho, y no ceja, pero la iniciativa pública hace el resto y todavía estamos esperando.
Que la esperanza que trajo el 31 de marzo de 2019 no se apague.
José A. Herce
Consultor y socio fundador de Segoviana de Iniciativas Rurales S. L.
Coordinador del Informe SSPA "Fiscalidad para la Repoblación"