
Opinión
Ecoturismo
ESTO LO RESOLVEMOS JUNTOS
El turismo de masas que se ha desarrollado de manera espectacular en los últimos lustros funciona como las empresas mineras. Igual que la minería descubre un filón de material para explotar, los touroperadores buscan lugares cuyos atractivos pueden atraer a mucha gente. Una vez seleccionado el área de trabajo, se despliega toda una industria hotelera para explotar la zona o comienza el proceso de extracción de minerales. Cuando el material deseado se ha agotado o el lugar deja de ser suficientemente atractivo, las empresas se van, dejando tras de sí ecosistemas arruinados salpicados con los restos de una industria que dejó de ser muy rentable. Así ha ocurrido en zonas como las cuencas mineras de Asturias o Castilla la Mancha o en diferentes zonas del Caribe o el Mediterráneo, donde la edificación desmedida ha terminado con todo aquello que convertía la zona en un espacio con personalidad y atractivo propios que lo volvían un destino apetecible. El ecoturismo, que puede funcionar como una poderosa herramienta para la conservación, también se puede convertir en un arma de destrucción que provoque daños imprevistos.
Aunque quienes practican el turismo de naturaleza suelen preocuparse por la protección del medioambiente, varios estudios han documentado que una proporción significativa de personas ignoran los riesgos que puede suponer su presencia para los ecosistemas.
En el caso del Nordeste de Segovia, bosques tan especiales como los hayedos se convierten rápidamente en destinos potenciales para miles de viajeros. Pero quienes visitan estos lugares no son conscientes de que, a veces, comprometen sin saberlo el buen funcionamiento de los ecosistemas que visitan. En este caso los hayedos de La Tejera Negra o el de La Pedrosa son pequeñas islas atlánticas en plena región mediterránea. Son algunos de los hayedos europeos situados más al sur y han llegado a nuestros días gracias, entre otros elementos, al microclima del lugar. Sin embargo, estos árboles sufren más que ningún otro la sequía y el aumento de la temperatura que ocasiona el cambio climático. Las nuevas circunstancias climáticas que estamos viviendo hacen que la regeneración de las hayas sea bastante complicada, por eso hay que reducir y ordenar las visitas y extremar los cuidados.
Si queremos que el ecoturismo sea viable, es necesario balancear los elementos ambientales, financieros y sociales para su propio mantenimiento como actividad económica. Llevar demasiados turistas a un lugar sensible puede dañarlo, pero llevar muy pocos puede comprometer la viabilidad económica de la visita. Lo que es imprescindible en cualquier caso es tener muy en cuenta a la población local. Los residentes en el entorno del espacio natural deben ser consultados e implicados en las decisiones, además de recibir una parte significativa de los beneficios económicos si se quiere asegurar tanto la sostenibilidad y atractivo de la actividad como la conservación de la naturaleza. El potencial del ecoturismo para conservar los espacios naturales es enorme, eso sí, no debe perder de vista su sostenibilidad prestando atención a no destruir precisamente aquello que permite disfrutarlo.
