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FOTO: ARNAUD JAEGERS
FOTO: ARNAUD JAEGERS

Opinión

Una victoria temprana y varios riesgos de las elecciones europeas

A pocos días para que se celebren las elecciones al Parlamento Europeo, el sector agroalimentario mantiene el pulso de la calle habiendo provocado una primera reacción legislativa al borde de caer en la inactividad parlamentaria preelectoral. Por lo pronto, el pleno del Parlamento Europeo aprobó la reforma que suaviza las exigencias medioambientales de la Política Agrícola Común (PAC) y reduce la carga administrativa de los agricultores y ganaderos con 425 votos a favor, 130 en contra y 33 abstenciones.

Esta reforma exprés se ha tenido que hacer por la vía de urgencia para evitar meses de negociaciones entre el Parlamento y el Consejo, si bien la unanimidad del Consejo ya aprobó a finales de marzo hacer esta reforma. El texto íntegro que salió del Consejo es el que el Parlamento ha aprobado sin introducir enmiendas. En principio, se trata de una primera victoria por parte del sector después de cinco años de presión asfixiante derivada de la aprobación de normativas medioambientales donde las intenciones estaban muy lejos de la realidad.
En este sentido, reducir la presión sobre el pequeño y mediano agricultor se está consiguiendo, aunque de manera parcial y con bastantes elementos de incertidumbre para la próxima legislatura europea. Las principales medidas aprobadas van desde la modificación de algunas de las prácticas ambientales que se deben cumplir como condición para recibir subsidios de la PAC hasta la exención a las pequeñas explotaciones (de menos de 10 hectáreas) de controles y de sanciones relacionadas con los requisitos de condicionalidad, pasando por una simplificación mayor de las reglas y reducir la carga administrativa.
Para recibir los pagos de la PAC, los agricultores hasta ahora tenían que cumplir una serie de nueve principios respetuosos con el medioambiente y el clima (los denominados BCAM), los cuales entraron en vigor el 1 de enero de 2023. Los cambios respaldados por el Parlamento Europeo y de entrada en vigor inmediata introducen exenciones en algunos de esos principios ya para 2024, por lo que los agricultores podrán aplicar las condiciones medioambientales revisadas en sus solicitudes de ayuda financiera de la UE este año, justo en los últimos días de tramitación de la PAC.
Algunos ejemplos concretos. En primer lugar, en el caso de la cobertura mínima de suelo en los periodos del año más sensibles, los Estados miembros tendrán más flexibilidad para decidir qué suelos proteger y en qué estación, basándose en las especificidades nacionales y regionales. Poder arar y preparar la tierra de una forma conveniente al cultivo y necesidad del agricultor es fundamental.
En segundo lugar, respecto a la rotación de cultivos, seguirá siendo la práctica habitual, pero los países podrán usar la diversificación de cultivos como alternativa. Además, los agricultores solo estarán obligados a mantener elementos no productivos como setos o árboles y se les animará, de manera voluntaria, a mantener tierras en barbecho o a crear nuevos elementos no productivos mediante eco esquemas. Éste es un paso de gigante con respecto a la obligatoriedad de barbechos que resultaba altamente ineficiente y con unos resultados muy dudosos en términos de absorción de CO2 sobre unos estudios inexistentes al respecto.
En tercer lugar, continuando con el punto anterior, el Parlamento Europeo decidió no oponerse a la propuesta de la Comisión Europea que complementa el paquete de simplificación de la PAC y que da a los países más margen de maniobra a la hora de aplicar el requisito de la PAC de mantener la proporción de pastos permanentes por superficie agrícola por encima del 5 % en comparación con 2018.

En cuarto lugar, se ha aprobado facultar a los Estados miembros conceder exenciones temporales y específicas de ciertos requisitos de condicionalidad en caso de condiciones climáticas imprevistas que impidan a los agricultores cumplirlos. En momentos de eventos climáticos extremos, tener esta flexibilidad es clave porque no sólo hay cuestiones económicas que impiden cumplir con la normativa, sino también la propia imposibilidad por el clima.
En quinto y último lugar, la revisión de la PAC exime a las pequeñas explotaciones de menos de diez hectáreas de los controles y las sanciones relacionadas con los requisitos de condicionalidad de la PAC. Esta medida era una de las más buscadas, porque permite la homologación con otros sectores en los cuales los negocios medianos y pequeños disfrutan de una serie de exenciones burocráticas que sí tienen que cumplimentar los grandes, porque éstos tienen la capacidad administrativa y económica para poder hacerlo, cosa que el pequeño no tiene.
Todas estas medidas que constituyen el primer paso atrás en la normativa desarrollada en los últimos cinco años no están exenta de riesgos. Dependerá de cuál sea el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo continuar o no con este camino que se ha empezado a trazar. Aunque esta reforma fue aprobada con los votos favorables de los dos grandes partidos, ya hemos visto en los últimos años cómo actuaron también en consenso mayoritario, imponiendo restricciones muy severas a las partes más débiles de la economía europea, sin tener un enfoque claro de qué sería más responsable y efectivo para conseguir los objetivos climáticos propuestos.
Más allá de que sea inevitable que haya cuestiones en clave nacional en el voto que depositemos el 9 de junio, estas elecciones son críticas para consolidar una vía más positiva para fortalecer la economía agroalimentaria, hacer crecer sus servicios ecosistémicos y generar actividad para frenar en la medida de lo posible la despoblación de las zonas rurales.