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Editoriales

Farmacias, de interés especial para el medio rural

Las farmacias y botiquines en el medio rural han de ser un servicio básicos en los pueblos.

Estos establecimientos sanitarios cercanos a la población son de una evidente utilidad pública para los habitantes de nuestros pueblos. Son las farmacias rurales, un servicio esencial que está en riesgo. Desde la Sociedad de Farmacia Rural (SEFAR) se nos alerta que en los municipios de menos de mil habitantes si nada cambia estamos abocados al cierre de un sinnúmero de farmacias. El ciudadano no entra en valoraciones sobre rentabilidad de estos establecimientos; pero nos asalta la duda de si se paga tan ingente cantidad de dinero por transferir una farmacia y si tantos farmacéuticos se organizan para impedir la apertura de farmacias en determinados pueblos, ¿cómo es posible que se arguya falta de rentabilidad para abocarnos al cierre y dejarnos sin este servicio capital? Es evidente que la rentabilidad en zonas pobladas es muy superior a las de la España Vaciada.
El Consejo General del Colegio de Farmacéuticos (CGCOF) nos dice que hay más de cinco mil farmacias en España y de ellas una quinta parte están en el medio rural.
La inviabilidad económica que muchos farmacéuticos y farmacéuticas manifiestan no es motivo suficiente para prescindir de este servicio tan necesario. En los pueblos existe mucha gente mayor, que viven en soledad en muchos casos, y aspectos como la atención farmacéutica domiciliaria o la educación sanitaria comunitaria son aspectos que deben estar presentes. La farmacia es en el medio rural algo más que un dispensador de medicamentos y los farmacéuticos deben estar empapados de vocación y espíritu de servicio. Es algo que no sólo debe ser inherente a este perfil de profesionales que desarrollan su vida laboral en los pueblos ya que se debe hacer extensivo a maestros y maestras, médicos y médicas, curas y monjas, enfermeros y enfermeras, hosteleros y hosteleras, tenderos y tenderas… Es decir, a todos aquéllos y aquéllas que prestan servicios esenciales. Es doloroso comprobar cómo cuando se ejerce en una localidad rural se configura su profesionalidad como un castigo o como un mero tránsito hacia una gran ciudad. ¿Qué autoestima pueden contribuir a afianzar a nuestra gente con esa mentalidad?
La farmacia es uno de los espacios ideales para desarrollar estrategias de salud pública, combatir la violencia de género o el maltrato que pueden sufrir los vecinos más vulnerables.
Y esta tarea de garantizar la permanencia del servicio farmacéutico en las zonas rurales es otra tarea que deben afrontar ineludiblemente las administraciones públicas, empezando por el ámbito legislativo para continuar con todas aquellas administraciones que tienen competencias directas en el tema, como son las administraciones autonómicas, provincial y local. Y si no actúan ahora en que la despoblación rural no se consigue revertir, mañana será tarde. Las administraciones han de poner mano en el asunto, apoyando a las farmacias más pequeñas, quizás obligando a abrir botiquines en lugares menos poblados a aquellas farmacias que se ubican donde hay grandes núcleos de población, etc. Hay soluciones.
En el Nordeste de Segovia, con la población tan diseminada, es evidente que este servicio esencial ha de estar ubicado en las cabeceras de comarca; pero con sentido de poder atender a toda la población, independientemente de la localidad donde se resida. El reciente cierre temporal de una farmacia, como es la de Campo de San Pedro, está ocasionando dificultades a gente con apuros de desplazamiento. Esperemos que sea sólo un aviso de la importancia de garantizar la permanencia de este valor capital.