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Comarca Nordeste de Segovia

La opinión de nuestros lectores

Reyes por un día

En Cerezo de Abajo perdura una entrañable tradición carnavalera donde los niños se convierten en auténticos monarcas por un día. Entre cantinelas, coronas de cartón y un banquete preparado por ellos mismos, "El Reinado" mantiene vivo el espíritu comunitario de nuestros pueblos a pesar del reto de la despoblación. Esta es la historia de una celebración única que resiste el paso del tiempo.

En cada zona de nuestro país, el carnaval siempre ha tenido un significado especial. En la ancha Castilla son muchas las peculiares tradiciones de estas fechas carnavaleras, que siempre tienen una impronta de alegría y divertimento que precede la sobriedad de la cuaresma.

En nuestra comarca del nordeste de Segovia hay muchas tradiciones propias de estas fechas que se mantienen aun. El día de jueves Lardero sigue celebrándose en muchos pueblos de la zona... Nuestros vecinos de Santo Tomé del Puerto llevan unos años intentando recuperar una bonita tradición de estas fechas relacionada con "remudarse" (así decimos aquí disfrazarse) y con el encuentro y la celebración entre los vecinos.

En nuestro pueblo, Cerezo de Abajo, sigue viva una tradición relacionada con estas fechas en la que los niños son los protagonistas.

Cualquier vecino de Cerezo seguro que sabe qué tiene que hacer cuando llaman a su puerta y escuchan esta cantinela: "este gallo que no canta que le duele la garganta de comer trigo y avena en las cámaras ajenas..."

Se trata de una peculiar tradición típica de Cerezo de Abajo en la que los niños son los auténticos protagonistas, son los reyes por un día. De ahí su nombre: El Reinado.

No conocemos su origen, aunque hay datos de tradiciones similares en la Edad Media sobre los que queremos indagar.

La magia de ser rey o reina por un día 

En los años en los que estudiaba en nuestra mágica escuelita unitaria, el Reinado era un día muy especial para todos los niños y niñas. Ese día no había clase porque teníamos que cumplir con la tradición del día del reinado. El niño y la niña de mayor edad que aún no hubieran sido reyes ningún año, tenían el papel de rey y reina.

Entre los niños hacíamos dos bonitas coronas de cartón y de colores para ponérselas y diferenciarles del resto de niños que ese año no nos correspondía el privilegio. Poco a poco nos fuimos quedando sin sucesores en el trono... Cerezo se quedaba sin niños... pero aun así nos organizábamos para repetir mandato y poder continuar con nuestra fiesta.

Junto con las maestras de la escuela, que siempre respetaron mucho nuestro día, todos los niños disfrazados nos íbamos por el pueblo a llamar casa por casa. Cuando éramos recibidos cantábamos una canción todos a la vez. Nuestro repertorio no era muy variado: la del gallo que no canta, la de estaba la pastora y la de los pajaritos que van por el aire... pero a los vecinos de Cerezo les encantaban las canciones porque les recordaban a su época de Reyes. En el fondo a todos siempre nos ha gustado ser "reyes por un día" y yo creo que les traía buenos recuerdos.

Una vez terminada la canción, el rey y la reina explicaban que, a cambio de la canción que habíamos cantado, pedíamos que nos dieran dinero, patatas o huevos. Siempre pedíamos la voluntad, pero luego, si nos daban poco, les cantábamos la canción de la roñosa a la que nos íbamos 😆

Tras haber conseguido las viandas y el dinero, unos días después los niños preparábamos el banquete. Las tareas estaban distribuidas: La familia de la reina hacía las tortillas con los huevos y las patatas y la familia del rey asaba un pollo que se compraba con el dinero conseguido. También comprábamos algunas bebidas y dulces.

Tradición de libertad y responsabilidad 

El domingo siguiente todos los niños y niñas nos juntábamos a comer en el colegio. Solo niños y niñas. Era nuestro reinado y nadie nos organizaba. Solo nosotros. Los más mayores cuidábamos de los más pequeños y todos jugábamos y bailábamos juntos. Después, por supuesto, nos encargábamos de dejarlo todo en orden. En la libertad estaba la responsabilidad.

Actualmente, la tradición sigue viva, aunque con algunos cambios. Ha sido necesario adaptarse a las circunstancias. Ricardo, quien fue el maestro de nuestra pequeña escuela rural durante muchos años, consiguió mantener la tradición incluso cuando apenas había cuatro alumnos. Por suerte, ahora en nuestra escuelita hay 14 y seguimos celebrando el Reinado. Este año, las maestras Ángela y Natalia nos han acompañado en este festejo.

El colegio ha crecido y ahora cuenta con dos aulas, pero seguimos deseando que vengan más niños para asegurar que la dinastía de reyes y reinas del Reinado siga adelante.

En nuestro pueblo aún hay pocos niños para ser los protagonistas, y cada vez hay menos casas que abran sus puertas al ritmo del gallo que no canta, pero los que seguimos aquí corremos a la despensa cuando oímos la canción, como si fuera una necesidad de dar el refuerzo a nuestros niños y niñas para que continúen cantando y celebrando el reinado durante muchos años más.

En nuestra escuela nos gustaría recibir nuevos reyes y reinas, nuevos alumnos y alumnas que permitan a sus maestros y maestras transmitir no solo los conocimientos del currículo escolar, sino también los que nos hacen pueblo, los que están en la raíz de nuestra tierra y los que brotan en el sentimiento que a todos los cerezanos y cerezanas nos hizo ser "reyes por un día".

Cristina Díez es psicóloga y vecina de Cerezo de Abajo