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Personajes del Nordeste

Juan Díez: "Sigamos luchando por nuestra tierra"

Mecánico, exalcalde y referente de Cerezo de Abajo, Juan Díez repasa su trayectoria vital marcada por el compromiso con su pueblo. A los 77 años, este hombre bueno de la comarca nordeste segoviana vive la alegría de ver cómo dos de sus hijas y cinco nietos han regresado a vivir al pueblo que nunca dejó de defender.

Con los ojos brillantes de quien ha visto crecer y transformarse toda una comarca y la serenidad de quien ha dedicado décadas al trabajo bien hecho, Juan Díez nos recibe en Cerezo de Abajo con la calidez de quien nunca ha olvidado sus raíces. A sus 77 años, este referente de la zona nordeste segoviana es un libro abierto de historias, un hombre bueno cuya vida se ha entrelazado con la de su pueblo de tal manera que resulta imposible entender uno sin el otro.Juan DIez Cerezo de Abajo

"Nací aquí en 1947", comienza Juan con esa sonrisa que no ha perdido pese a los años. "Tengo recuerdos muy bonitos de la infancia, éramos bastantes niños en el pueblo". Sin embargo, como tantos jóvenes de la época, tuvo que marcharse para estudiar. "A los 11 años me mandaron a estudiar fuera y estuve hasta los 15, pero yo añoraba el pueblo, mi familia, el taller... Estaba deseando poder volver a Cerezo. Entonces no era como ahora, solo se podía venir en vacaciones: verano, Nochebuena, Semana Santa...", recuerda con una nostalgia que aún se percibe en su voz.

El legado del hierro y el motor

La historia del taller que marcó su vida comienza con su abuelo herrero y continúa con su padre, quien tras ser movilizado durante la guerra y formarse en la Escuela automovilística del ejército en Segovia, decidió establecerse definitivamente en Cerezo. Con orgullo filial, relata: "Mi padre fundó el taller con mucho sacrificio y constancia. Según me contaba, como mi abuelo era herrero, él estaba pendiente de los pocos vehículos que pasaban por la carretera. Al principio mi madre trabajaba de panadera y mi padre con el taller, pero no fue nada fácil".

La evolución de la familia Díez refleja la de toda una época. Su madre pasó de la panadería a hacerse cargo de la centralita telefónica, primero con cinco abonados y luego con veinticinco, conectando Santo Tomé y Cerezo de Arriba. Juan rememora aquellos días: "Todo era manual, por operadora, y desde luego la centralita era muy esclava. Pero lo mío era el taller, salir a reparar algún coche que se quedaba averiado en la carretera o algún camión".

Aquel taller se convirtió en punto de referencia en la antigua N-I, junto al puerto de Somosierra. "En esa época en la zona solo había talleres en El Molar, La Cabrera, Buitrago, aquí en Cerezo y en Boceguillas", rememora. Los vehículos que circulaban por la carretera eran de todo tipo: "Ha habido de todo, aunque no con las nuevas tecnologías de ahora. Desde holandeses que venían de cruzar África hasta los vecinos de los pueblos de al lado".

Con el tiempo, la compra de la primera grúa les permitió hacer asistencia en carreteras con compañías de seguros. La evolución del negocio no fue casualidad: "El trabajo en la carretera no era fácil, hemos atendido muchos accidentes en épocas en las que había pocos medios y nos tocaba hacer de todo, colaborando con la Guardia Civil en muchas ocasiones".

El compromiso con lo público

Su amor por Cerezo le llevó también a la alcaldía, una experiencia que define como "muy interesante". El principal problema al que se enfrentó fue el suministro de agua. Sus palabras reflejan tanto el orgullo como la frustración de aquellos años: "El problema más grave que había cuando comencé era el agua: no teníamos agua y conseguimos garantizarla, aunque por una decisión política no se logró hacer la presa que queríamos sino un sondeo y un depósito con capacidad para suministrar a la población de Cerezo incluso cuando ésta se duplica en verano".

Juan recuerda con cariño a su equipo: Santos, Javier, José, Luis Miguel y César. No olvida a quienes le acompañaron: "Tengo que reconocer la ayuda del equipo que formamos". Entre los logros de su mandato destaca la nueva plaza con el frontón, las nuevas escuelas y la renovación y llegada de la electricidad al parque La Dehesa. Sin embargo, lamenta no haber podido construir "11 viviendas de protección oficial que estaban concedidas y que finalmente no se pudieron sacar adelante".

Una mirada al futuro con esperanza

Tras una vida entera en Cerezo de Abajo, Juan ha sido testigo privilegiado de la evolución de la comarca nordeste. "Siguen existiendo carencias de servicios y la despoblación continúa siendo un problema", reconoce con realismo. Sin embargo, mantiene la esperanza: "El potencial de esta zona es enorme: estamos a solo 100 kilómetros de Madrid, contamos con un paisaje privilegiado y, si sabemos respetarlo, tenemos una gran riqueza que aprovechar".

Sobre las tradiciones, muestra una visión equilibrada: "Considero que algunas se están perdiendo, pero también es cierto que otras se mantienen o evolucionan gracias a la implicación de algunos habitantes más jóvenes".

La construcción de la autovía y la circunvalación del municipio marcó otro momento clave en la historia del pueblo. Juan confiesa que inicialmente se oponía al desvío. Su perspectiva ha evolucionado con el tiempo: "Hacer la autovía ha sido positivo para el pueblo, las infraestructuras acercan personas, aunque tengo que reconocer que yo era uno de los que se oponía a que la desviaran, porque en esa época no podíamos imaginar cómo serían las autovías del futuro". Sin embargo, celebra que consiguieran proteger su encinar: "Por suerte sí conseguimos que el trazado respetase nuestro encinar, no nos hubiéramos perdonado que eso se perdiera".

El regalo de ver regresar a la familia

Pero si hay algo que verdaderamente llena de felicidad a Juan Díez es ver cómo parte de su familia ha decidido volver a las raíces. Con el orgullo de un patriarca que ha sabido transmitir el amor por la tierra, cuenta que dos de sus hijas y cinco nietos han regresado a vivir a Cerezo de Abajo. Es, sin duda, la mayor recompensa a una vida dedicada a cuidar y defender su pueblo.

"La imagen que me gustaría ver sería durante todo el año las casas abiertas y que sus moradores tuvieran trabajo en la comarca", sueña Juan con los ojos puestos en un futuro donde Cerezo pueda seguir siendo hogar para nuevas generaciones.

Su mensaje final resuena como un eco de toda una vida de compromiso: "El mensaje que quiero transmitir a los lectores del Nordeste es que sigamos luchando por nuestra tierra y consigamos que aumente la población y el interés por vivir en la zona". Palabras de quien nunca ha dejado de creer en el futuro de su pequeño rincón del mundo, y que ahora tiene la alegría de ver cómo su propia familia continúa escribiendo esa historia.