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Emprendedores

Artemisa ayuda a que nuestra nutrición esté al servicio de nuestra salud

Irene Olalla Lobo, Boceguillas.

 

Una de las cosas más difíciles en la vida es encontrar la vocación. Sin embargo, no fue el caso de Irene Olalla, quien tuvo claro cual quería que fuera su rumbo laboral. Saliendo de bachillerato comenzó a estudiar dietética y nutrición, pasando hacia la diplomatura en la Universidad Autónoma de Madrid y numerosas especialidades posteriores como nutrición deportiva o coach nutricional. Su etapa formativa, la cual ella afirma que nunca se acaba, la compaginó trabajando como consultora nutricional para cáterings infantiles o centros deportivos de alto rendimiento.

Siendo ella descendiente de Boceguillas, el destino querría que dejara Madrid para acabar vinculándose mediante su pareja al municipio, estableciendo su residencia en el mismo aunque viajaba diariamente a Madrid hacia su puesto de trabajo. Esto se frenó con la llegada del COVID, que nos afirma Irene que “fue vital, ya que al retomar las consultas presenciales, sabía que la gente se había habituado a las consultas telemáticas y que funcionaban. Encontré una oportunidad laboral ahí”.

Esta es la historia de cómo germinó Artemisa Nutrición, desde la cual Irene Olalla lleva dos años atendiendo presencial y telemáticamente en su clínica de nutrición donde se ofrece para educación infantil, servicios de nutrición personalizada y clínica, y también dedicadas a objetivos de entrenamiento.

Uno de los servicios más llamativos son las sesiones dedicadas a la formación nutricional a familias, ya que cómo ella misma nos asegura el entorno es un factor muy relevante a la hora de conseguir cumplir los objetivos ya que “generalmente no es factible elaborar diferentes comidas para cada miembro de la familia, así que intentamos trabajar coordinadamente en el núcleo familiar”.

Irene Olalla advierte que actualmente el exceso de datos sobre nutrición es un factor peligroso porque es muy difícil discernir la información de la desinformación, así como también se asumen riesgos adoptando dietas estándar sin aterrizarlas a un modo de vida concreto. Por ello, siempre es recomendable acudir a la supervisión de un profesional para garantizar, no sólo lograr los objetivos, sino conseguir la formación suficiente para preservar los cambios alimenticios, de forma consciente con propósitos, necesidades e incluso gustos particulares.

Las sesiones que Irene propone se orientan no sólo a enseñar principios alimentarios, sino “a conocerse a uno mismo y a nuestra interacción con determinados productos, además de ofrecer herramientas para afrontar algunos estímulos relacionados con la alimentación, para así lograr un bienestar físico y, como meta final, ser feliz”. Para ello, lo primero es un análisis de las rutinas nutricionales, pasando por el análisis con la máquina de impedancia bioeléctrica que tiene instalada en su clínica en Boceguillas, con la que sustituye los desfasados índices de masa corporal. Esta tecnología puntera nos asegura que siempre es secundaria, ya que la principal herramienta para lograr resultados favorables es la voluntad de sus clientes; un factor al que se suman la constancia y la formación previa, como los factores más determinantes para generar resultados palpables, para los que estima un lapso mínimo de tres meses.

Una de las prerrogativas que intenta romper desde su clínica es que perder peso es el único motivo para visitar a un nutricionista. Si bien es habitual entre los intereses de su clientela, nos afirma que “cada vez es más importante el número de clientes que vienen por malestares intestinales, buscando identificar qué están haciendo mal; también quiénes buscan optimizar su dieta, ya que somos lo que comemos. Una de las sintomatologías que estoy atendiendo últimamente con grandes resultados son las reacciones alérgicas al polen o ácaros (que en principio no tienen relación con la alimentación). A pesar de ello, gracias a un trabajo específico podemos hacer que el tiempo de vacunación para aliviar los efectos pase de un mes y medio, a extenderse a casi seis meses entre vacunas”. Los estudios lo tienen claro: una alimentación desestructurada tiene efectos colaterales adversos con sintomatología muy diversa: problemas relacionados en el sueño, problemas de tipo inmunitario (como propensión a enfermedades, entre ellas distintos tipos de cánceres), variaciones en el estado de ánimo e incluso dificultad para la concentración, atención o déficit de memoria.

Quienes estén interesados en corregir u optimizar su alimentación para generar ese impacto positivo en su salud pueden contactar vía telefónica con Irene para adquirir su cita previa. La duración de éstas varía debido a que Irene le dedica todo el tiempo necesario puesto que afirma que “mi misión es que mi cliente logre ser independiente. Cuanto antes se adquieran los conocimientos necesarios, mejor trabajo habré realizado”. El seguimiento supone entre una sesión y dos mensuales, dependiendo de unas necesidades que hacen oscilar la tarifa entre los 50 y 85 euros al mes.

 

www.artemisanutricion.com
Tlfno. +34 644 273 501
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40560 Boceguillas (Segovia)